Mi madre fallecida, ahora libre de dolor, de sufrimiento y angustias de esta vida. Dame fortaleza y consuelo. Ayúdame a seguir confiando en Ti como lo hizo mi querida Madre difunta. Dame fuerzas para resistir la tristeza y fijar mi esperanza en tu Reino Celestial, del que espero algún día compartir la dicha, junto a mi madre, de disfrutar tu Banquete celestial. Que el recuerdo de esa fe que tuvo mi madre, quede grabado en lo profundo de mi corazón, para yo tampoco olvidar que Tú eres todo amor y toda misericordia. Te extrañamos muchísimo Ma. Virgen Santísima de Guadalupe, Reina de los

Ángeles y Madre de las Américas. Acudimos a ti

hoy como tus amados hijos. Te pedimos que

intercedas por nosotros con tu Hijo y bajo el manto de tu protección, mantennos en el abrazo de tus

brazos, ayúdanos a conocer siempre el amor de tu Hijo, Jesús. Amén.